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sábado, 29 de marzo de 2014

I. La verdad no necesita ser demostrada.


Recuerdo un enamorado que tenía hace mucho tiempo, antes de conocer a mi marido, que de hecho debo aclarar, esto no debe afectarle en absoluto. No ando mostrándole mis sentimientos en las redes sociales, pero esta es la ocasión para decirle que por eso no debe inquietarse. Eso de que lo amo con todo mi corazón y que es lo más hermoso que me ha pasado; tanto que quise tener esos dos angelitos con él desde que lo conocí, eso, se lo diré personalmente, desde que llegue.

En fin, por dónde íbamos? … Recuerdo ese enamorado que tenía, que claro, no voy a poner un @ para un tag aquí, eso no se hace. Imaginen la mala posición en la que lo pondría frente a su familia, si tiene, o frente a su novia, o novio, porque puede ser también. Uno nunca sabe. Y como no tengo noticias de él, su vida pudo haberse transformado en todas las cosas imaginables por un ser humano. Hoy puede ser homosexual u homofóbico; se habrá convertido en astronauta, en ingeniero artístico, eso existe? En fin, pudo haberse convertido hasta en lo peor, en abogado.

Regresemos definitivamente a este tema del enamorado aquel. Recuerdo que siempre, siempre, la verdad se convirtió en una costumbre, no sé si decir única, porque ya antes que sucediera, yo me lo esperaba…

Bueno, acaba de llegar mi marido, voy a decirle todas esas cosas que escribí hace un rato y que me prometí nunca decirle en las redes sociales. No crean que critico a los que lo hacen, no. Me parece que tienen ese don de decir esas cosas que yo no me atrevo en las redes sociales, y eso, es admirable.

Ah, la historia del enamorado aquel, … ya vuelvo. Cuando termine mi conversación 'privada'. Y.C.

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